Tras el hallazgo, la Justicia pidió un peritaje para determinar si es factible sacarlo del fondo. La opinión de expertos.
Tras un año de incertidumbre, el submarino ARA San Juan fue encontrado. Ahora, todos se preguntan: ¿qué posibilidades hay de reflotarlo? Mientras algunos especialistas aseguran que es “impensado y casi imposible” otros lo ven viable aunque aclaran que implicaría muchísimo dinero y demoraría años.
“En el mundo no hay antecedentes de trabajos similares y, de aventurarnos a intentar hacerlo, podríamos arriesgar una cantidad de dinero que la Argentina no tiene y, además, con muy pocas posibilidades de éxito”, sostiene Eugenio Dimier, ex jefe de la Estación de Salvamento y Buceo Mar del Plata.
La topografía del fondo con desniveles es una de las dificultades señaladas por Dimier. Además, dice que se encuentra “sumamente averiado, sin reservas de flotabilidad y colapsado, muestra de la acción de explosiones internas y del efecto de la gran presión de esas profundidades”. “Todo hace pensar que su estructura está sumamente afectada, para lo cual los trabajos que se pudieren hacer para llevarlo a superficie podrían complicarse ante grandes posibilidades de que la nave se parta en el momento de intentar sacarla”, advierte Dimier.
Según Carlos Villa, ex jefe del Servicio de Salvamento de la Armada y gerente técnico de Hydroservice, “la profundidad en la que se encuentra (907 metros) hace casi impensado reflotarlodirectamente porque no hay sistemas de salvamento que permitan conseguir un ascenso controlado por las diferencias de presión terribles”.
“Lo que se podría pensar es en izarlo con pontones con guinches que lo lleven a media agua para remolcarlo a menores profundidades en las que los buzos salvamentistas puedan trabajar con sistemas tradicionales. Pero esto también es muy complicado porque no sólo hay que conseguir atar con cables al submarino en un fondo muy irregular y turbulento, sino que hay que tener presente que esos cables, de muy generoso perímetro, son muy pesados”, señala Villa. El máximo de profundidad que podrían alcanzar los buzos es de 300 metros.
En este sentido es que ambos concluyen en que hacerlo sería enfrentarse «a un trabajo inédito, en una zona donde las condiciones hidrometeorológicas son adversas, de montos económicos sumamente elevados y con el agravante de que lo más probable es que la tarea sea un fracaso”.
Guillermo Delmer, ex contraalmirante y actual director del Centro de Investigación y Entrenamiento Marítimo y Fluvial, va aún más allá. «Es tan difícil como ir a la Luna», apunta sobre la complejidad de un rescate bajo esas condiciones.
Con elementos similares, el ingeniero y perito naval, Martín Alejandro D´Elia, tiene otra postura. “Técnicamente, se puede”, asegura. “Tenemos como antecedente el proyecto Azorian, que encaró Estados Unidos en los ’70. El submarino ruso que buscaban reflotar estaba a más de 4.000 metros de profundidad, mientras que el ARA San Juan está a 900. Finalmente, lograron sacar una parte que pesaba 2.000 toneladas, el ARA pesa 2.500”, explica D’Elía. “En ese caso, hubo problemas con la estructura y un pedazo del submarino se rompió, por eso no fue completamente fructífero, pero sirve como ejemplo de que se pueden utilizar plataformas marítimas flotantes para este tipo de rescates”, agrega.
Según D´Elía, en el caso Azorian se diseñó un buque enorme con una abertura en el centro que tenía el tamaño del submarino que se intentaba rescatar. “Lo que se hizo fue bajar desde el medio unos guinches de acero (como los de un ascensor) y unir a ellos un vehículo de captura (ganchos similares a los de las máquinas para sacar muñecos de peluche pero gigantes)”, precisa D’Elía.
Otro caso más reciente es el rescate del Kursk, un submarino nuclear ruso que explotó con 118 tripulantes en su interior en agosto del 2000. Permaneció 14 meses en el fondo del mar y fue reflotado en tres meses. La operación costó 65 millones de dólares.
El experto sostiene que el posible rescate debería considerarse un “proyecto a largo plazo”. “Primero habría que chequear si en algún lugar del mundo poseen un barco de elevación capaz de levantar el ARA San Juan o si es necesario construir uno de cero”, explica. “También hay que evaluar el estado de la estructura del submarino y hacer los trabajos de adecuación necesarios para sacarlo. Puede que tengan que soldar algunas parte en las profundidades”, remarca.
A la lista de cuestiones a tener en cuenta, D’Elía suma el factor climático. “Esta plataforma flotante debería montarse en una zona con vientos de hasta 70 nudos y olas de 20 metros de alto”. Aclara que el costo es incalculable: “Hablamos de miles de millones de dólares”. Señala que, además, demoraría años.
Por los altos costos y las dificultades para retirarlas, muchas embarcaciones quedan con «patrulla eterna» bajo el mar. El Titanic es uno de ellos. Sus restos se encuentran a 3.821 metros de profundidad.
CLARIN.-