En pleno invierno Sudamérica vivió temperaturas récords que superaron holgadamente los 40 grados. Los expertos en medioambiente de la región apuntan a la deforestación masiva en país como Brasil y Bolivia y parecen impotentes ante el poderío de la agroindustria que genera recursos “demasiado” altos y vitales para cualquier Estado.
La ciudad boliviana de Villamontes vivió el 22 de agosto una jornada “histórica”: En pleno invierno los termómetros marcaron 45° grados centígrados. Fue la temperatura más alta registrada en esta época del año en el hemisferio sur. Un día después, Paraguay rompía su propio récord invernal con casi 42°C. Son cifras que disparan las alarmas en todos los países de la región por las consecuencias que ya se están sintiendo, por ejemplo, en la agricultura.
También le quita el sueño a los expertos en medio ambiente. ¿Cómo explican ellos el fenómeno sudamericano? Sandra Quiroga, ingeniera ambiental y activista climática en Bolvia explica a RFI en español que la región no escapa a la modificación del clima a nivel global: «Lo que pasa es que en Sudamérica están los principales países del mundo que, como Brasil y Bolivia. Entonces, el sacar los bosques y la cobertura arbórea, en cualquier país del planeta que sea, aumenta el riesgo del aumento de la temperatura. Y esto se explica porque los bosques y las áreas verdes minimizan los efectos del calor en el municipio, departamentos o país donde se encuentran.» Aparte del fenómeno El Niño, relacionado con el calentamiento climático en el océano Pacífico oriental ecuatorial, la explotación de los suelos agrava una situación ambiental que choca con otro imperativo mayor: la necesidad económica de una región emergente. Para Quiroga «Sudamérica se está convirtiendo en la región que proporciona alimentos a otras potencias, como China. Es el caso de Brasil, cuya mayor cuota de exportación de carne va al gigante asiático. Y esa producción se ve reflejada muy claramente en muchas zonas de la Amazonía que han sido totalmente deforestadas para la producción agrícola. Lo mismo ocurre en Bolivia, Paraguay o Argentina.»
Pero a pesar del diagnóstico, la experta boliviana expresa cierta impotencia sobre una eventual toma de conciencia de los gobiernos. «Creo que no hay una forma de ir para atrás porque al final de cuentas todos los sectores productivos generan demasiados recursos económicos, no solamente para ellos, sino también para el país. Creo que hoy, la parte ambiental, muy ligada al tema del la modificación del clima, no puede competir con los recursos económicos que producen los pequeños y grandes empresarios» de la agroindustria.
Fuente: Radio Francia Internacional
La ciudad boliviana de Villamontes vivió el 22 de agosto una jornada “histórica”: En pleno invierno los termómetros marcaron 45° grados centígrados. Fue la temperatura más alta registrada en esta época del año en el hemisferio sur. Un día después, Paraguay rompía su propio récord invernal con casi 42°C. Son cifras que disparan las alarmas en todos los países de la región por las consecuencias que ya se están sintiendo, por ejemplo, en la agricultura.
También le quita el sueño a los expertos en medio ambiente. ¿Cómo explican ellos el fenómeno sudamericano? Sandra Quiroga, ingeniera ambiental y activista climática en Bolvia explica a RFI en español que la región no escapa a la modificación del clima a nivel global: «Lo que pasa es que en Sudamérica están los principales países del mundo que, como Brasil y Bolivia. Entonces, el sacar los bosques y la cobertura arbórea, en cualquier país del planeta que sea, aumenta el riesgo del aumento de la temperatura. Y esto se explica porque los bosques y las áreas verdes minimizan los efectos del calor en el municipio, departamentos o país donde se encuentran.» Aparte del fenómeno El Niño, relacionado con el calentamiento climático en el océano Pacífico oriental ecuatorial, la explotación de los suelos agrava una situación ambiental que choca con otro imperativo mayor: la necesidad económica de una región emergente. Para Quiroga «Sudamérica se está convirtiendo en la región que proporciona alimentos a otras potencias, como China. Es el caso de Brasil, cuya mayor cuota de exportación de carne va al gigante asiático. Y esa producción se ve reflejada muy claramente en muchas zonas de la Amazonía que han sido totalmente deforestadas para la producción agrícola. Lo mismo ocurre en Bolivia, Paraguay o Argentina.»
Pero a pesar del diagnóstico, la experta boliviana expresa cierta impotencia sobre una eventual toma de conciencia de los gobiernos. «Creo que no hay una forma de ir para atrás porque al final de cuentas todos los sectores productivos generan demasiados recursos económicos, no solamente para ellos, sino también para el país. Creo que hoy, la parte ambiental, muy ligada al tema del la modificación del clima, no puede competir con los recursos económicos que producen los pequeños y grandes empresarios» de la agroindustria.
Fuente: Radio Francia Internacional