Jugar lejos de casa: la vida de los basquetbolistas extranjeros en la región
Suelen ser los jugadores más determinantes de cada equipo. Son los que dan show con sus volcadas, sus jugadas espectaculares, sus saltos y su estilo. Son idolatrados por los más chicos y después de cada partido todos quieren su foto con ellos.
“Es muy difícil pelear arriba o ser competitivos si no tenés buenos extranjeros”, es la frase que suele escucharse a menudo en las canchas de los equipos que juegan la Liga Argentina de básquet.
Pero a pesar de todo, el desarraigo les pega igual que a cualquiera. Muchos de ellos son chicos de entre 22 y 25 años que salen por primera vez de su país y que no hablan español.
La comunicación, las comidas y los climas son algunos de los primeros problemas de adaptación a los que se enfrentan. Encima, tienen que rendir y jugar bien de entrada porque no tienen margen de error.
En La Liga Argentina los extranjeros pueden ser cortados y ser sustuídos por otros muchas veces. Esto supone una presión mayor para ellos ya que si no están al nivel esperado o no se adaptan al equipo en corto tiempo pueden perder la oportunidad de sus vidas.
Jaqhawn Walters y Lawrence Jackson son sólo dos de los 9 foráneos que están jugando en la zona. Defienden la camiseta de Del Progreso y con sus últimas actuaciones se convirtieron en los favoritos de la hinchada.
Walters, de 22 años, y Jackson, de 30, salieron de Estados Unidos por primera vez en su carrera. Ambos llegaron al país para jugar en Gimnasia de Comodoro Rivadavia e Hispano de Río Gallegos, respectivamente, pero por diferentes motivos no fueron tenidos en cuenta y recalaron en Progre.
“Al principio fue muy duro. Es la primera vez que salgo de mi país y las primeras semanas fueron difíciles. Me quería volver a casa, por suerte eso ya pasó y hoy estoy cómodo”, indicó Walters.
Jackson, en tanto, también tuvo problemas cuando llegó. “Los primeros días me frustré bastante, pero ahora estoy bien. Trato de estar enfocado en el básquet y disfrutar de lo que hago a pesar de estar lejos de casa”, aseguró Lawrence.
Las expectativas cuando un extranjero llega a un equipo de la zona son muy grandes y, a veces, eso supone una presión extra para ellos.
“La gente piensa que porque vengo de Estados Unidos voy a jugar bien siempre, pero lo que no entienden es que al final del día todos somos humanos. No somos mejores ni peores que nadie. Aquí se juega un básquet diferente y lleva tiempo adaptarse”, explicó Walters.
Otro de los aspectos a tener en cuenta al momento de la adaptación es el idioma y la comunicación, tanto con sus compañeros como en el día a día.
“El idioma es duro. Hay que aprender las jugadas en español, además en las canchas no se escucha muy bien. Por suerte ya nos entendemos con los compañeros”, expresó Jackson.
Si bien el deporte es el mismo, el estilo de juego es muy diferente y ese es otro factor que complica su adaptación.
“Acá se juega de otra manera, es mucho más físico. Los primeros partidos me costó mucho, no podía anotar y me sentía incomodo. Fue complicado pero me gusta mucho”, contó Walters.
La comida es otro de los elementos al que los foráneos deben acostumbrarse.
“¡Empanadas!”, fue la respuesta entre risas al unísono de los dos extranjeros de Progre.
“Ese fue un gran tema. Estamos acostumbrados a otro tipo de comidas y sabores. Igual, lo mejor de todo es el asado”, remató Walters.
Más allá de las dificultades lógicas, ambos se mostraron muy felices por estar en Argentina.
“El cariño que nos demuestra la gente en cada partido es algo que nos motiva mucho, estamos muy felices de estar acá”, finalizó Jackson.
Fuente: rionegro deportes