Ante lo que se prevé como un inminente anuncio del nuevo Gobierno afgano, el movimiento islamista talibán se anotó dos importantes victorias en medio del creciente temor a una crisis humanitaria en el país: anunció que China mantendrá la embajada y aumentará su ayuda, mientras el gigante estadounidense de transferencias de dinero Western Union aseguró que reanudará el envío de remesas desde el extranjero, un ingreso vital para la débil economía nacional.
En paralelo, en el contexto de incertidumbre política, una escena poco usual irrumpió en Herat, la capital cosmopolita del oeste de Afganistán, donde decenas de mujeres protestaron para reclamar por su derecho a trabajar bajo el nuevo régimen islamista al grito de "Es nuestro deber tener educación, trabajo y seguridad", y "No tenemos miedo, estamos unidas".
"Hay conversaciones para formar un Gobierno, pero (los talibanes) no hablan de la participación de mujeres. Queremos que los talibanes acepten hablar con nosotras", dijo una de las organizadoras de la protesta, Basira Taheri, citada por la agencia de noticias AFP.
Las negociaciones para formar el nuevo Gobierno del segundo régimen talibán de Afganistán -el primero dominó al país entre 1996 y 2001 y fue extremadamente represivo con las mujeres, las personas no religiosas y opositores- comenzaron ni bien los talibanes conquistaron la capital el 14 de agosto e incluyeron a los principales dirigentes hombres que decidieron no sumarse a los grupos armados de resistencia que se concentran al noreste de Kabul.
Esta semana, los talibanes anunciaron que habían terminado las negociaciones y el anuncio del nuevo Gobierno, que el movimiento islamista prometió será más "inclusivo" que el de los 90, se espera para las próximas horas.
El nuevo Gobierno asumirá con la incuestionable victoria asestada a Estados Unidos, tras su retirada militar caótica e improvisada de las últimas semanas, pero con un escenario interno muy complicado. Por un lado, una incipiente resistencia armada en el corazón del territorio y, por otro, una crisis humanitaria que podría empeorar significativamente si las potencias occidentales y gran parte de la comunidad internacional vuelven a imponer sanciones al Gobierno talibán y aislar al país, como sucedió en los 90, hasta la invasión estadounidense de 2001.
La ONU, además de varias organizaciones humanitarias, ha advertido en los últimos días que la situación es desesperante y, en este contexto, dos anuncios marcaron dos victorias importantes para la nueva fuerza en el poder en Afganistán.
Por un lado, un vocero talibán informó que China mantendrá su embajada en Kabul y aumentará la ayuda humanitaria que envía al país.
El dirigente talibán Abdul Salam Hanafi, miembro del buró político en Doha, Qatar, sostuvo conversaciones con Wu Jianghao, ministro adjunto de Relaciones Exteriores de la República Popular de China", informó primero el vocero del movimiento islamista Suhail Shaheen. y luego agregó: "El ministro adjunto chino aseguró que mantendrán su embajada en Kabul, y que nuestras relaciones mejorarán. China continuará y aumentará su ayuda humanitaria, en particular para el tratamiento del Covid-19."
Desde los 90, China ha crecido enormemente como potencia económica y política en el mundo, y ha desarrollo proyectos globales comerciales, que podrían incluir a Afganistán, lo que marcaría en si mismo un cambio total con el aislamiento internacional del primer régimen talibán.
La segunda buena noticia para los talibanes y para millones de afganos fue el anuncio del gigante estadounidense de transferencias de dinero Western Union de que reanuda el envío de remesas, una medida crucial ya que las remesas desde el exterior representan, según en Banco Mundial (BM), un 4% de la economía del país.
La operaciones de la empresa en Afganistán habían sido suspendidas el 18 de agosto, unos días después de que los islamistas tomaran el poder, una suspensión similar que siguieron varias empresas occidentales e incluso organizaciones humanitarias.
El año pasado, las remesas ascendieron a casi 789.000 millones de dólares, lo que convierte a Afganistán en uno de los países más dependientes de las remesas en el mundo, informó el BM.
La firma reanuda "sus servicios de transferencia de dinero a Afganistán, a partir del 2 de septiembre, para que nuestros clientes puedan volver a enviar dinero y apoyar a sus seres queridos", dijo en un comunicado de prensa.
En uno de sus últimos informes, la ONU alertó que casi la mitad de la población afgana, 18 millones de personas, necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, y esta ayuda internacional comenzó a escasear tras la vuelta de los talibanes al poder.
La ONU reanudó recientemente vuelos humanitarios hacia el norte y el sur de Afganistán, indicó el vocero del organismo internacional, Stéphane Dujarric, quien espera que el ritmo pueda intensificarse próximamente.
Dirigidos por el Programa Mundial de Alimentos (PAM) de Naciones Unidas, permitieron "a 160 organizaciones humanitarias seguir con sus actividades vitales en las provincias afganas", precisó el funcionario.
Como si este panorama no fuera suficiente, el temor a una guerra civil podría aumentar aún más los números de desplazados internos que dependen casi exclusivamente de la ayuda humanitaria, especialmente desde que el vecino Pakistán cerró su frontera para frenar una posible llegada masiva de refugiados.
Pakistán alberga por el momento más de 2,7 millones de refugiados afganos que huyeron de su país desde los años 70, y fuentes del Gobierno revelaron que se espera que unas 800.000 personas lleguen vía terrestre.
Este jueves, al menos 34 combatientes de las fuerzas de resistencia afgana en la región de Panjshir, al noreste de la capital, murieron en combates con los talibanes, quienes sin embargo no lograron conquistar ese bastión adversario situado en el corazón de las montañas de Hindú Kush.
Según uno de los milicianos de la llamada resistencia, también hubo "muchas bajas" entre los talibanes, con quienes han "intentado avanzar hacia la paz pero ellos usan la fuerza y así no funciona".